Diana Elith Gutiérrez proviene de un pequeño pueblo llamado San Juan de Oriente, ubicado en Masaya, un lugar muy conocido en el país por sus piezas de arte hechas de arcilla que todavía se asemeja al estilo precolombino. En 2011, cuando tenía 19 años, se convirtió en madre. Hoy, su hija tiene 6 años y no sabe qué es crecer con una figura paterna a su lado. El único apoyo emocional y económico que Diana ha recibido es de su madre, una mujer que ha dedicado toda su vida a la creación de artesanías.
Como su madre, Diana es también una artesana. Debido a la deplorada condición económica de su hogar, ella ayudó en el taller de artesanía familiar y aprendió el arte de la escultura desde que era una niña. Frente a una alta competencia en la zona, toda su familia, incluyendo a la hija de Diana, dependía de la producción y venta de piezas artesanales.
Además de su cruda condición económica, Diana nunca se rindió. Siempre se había sentido atraída por el arte de la pastelería, así como por el arte culinario y se convirtió en un sueño a seguir. Sin embargo, una secuencia de acontecimientos desafortunados y especialmente barreras económicas no le permitió seguir su sueño durante mucho tiempo.
Un día, una de sus amigas le habló de un Centro Educativo, ubicado en Diriamba, donde aprender pastelería y cocina era una posibilidad para las mujeres con bajos ingresos. Su amigo compartió lo alegre que fue su experiencia en el centro tomando uno de los cursos en 2013. Ella no podía creerlo. Finalmente, podría aprender y obtener conocimientos que le ayudarían a sostener económicamente a su hija pequeña y mejorar sus vidas.
Totalmente convencida de ello, Diana inicia el curso de pastelería en septiembre de 2016 en el Centro Educativo Vega Baja situado a 1 hora de distancia de su pueblo. Ella tiene un objetivo claro en mente: encontrar un trabajo formal en lo que le gusta una vez que termine el programa. Eso significaría que sería capaz de proporcionar un mejor nivel de vida no sólo para su hija, sino también para su madre. También significaría potenciarse a sí misma, proporcionar una mejor educación para su hijo, y ayudar a la situación financiera de su hogar.
Durante el curso, Diana fue una de las mejores estudiantes. Sus participaciones fueron sobresalientes. Su asistencia puntual y constante fueron características notables. Debido a su excelente desempeño en las clases, fue designada para realizar el programa de pasantías en el Club Terraza, en Managua; donde fue elogiada por su buen desempeño al final de las prácticas profesionales y fue contratada como asistente de pastelería para eventos locales.
Hoy en día, Diana tiene un ingreso fijo por mes, más cualquier ingreso adicional que pueda hacer al ofrecer sus servicios.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]